Su llanto fue incontenible. La ovación, eterna. El reconocimiento, para toda la vida. Gustavo Kuerten, a los 31 años, dijo adiós para siempre. En el mismo escenario que lo catapultó a lo más alto de su carrera. En el mismo estadio que lo vio coronarse tres veces como rey de París.
Tras el partido, el presidente de la Federación de Tenis francesa, Christian Bîmes, le hizo entrega de un trofeo honorario de Roland Garros conmemorando una trayectoria prolífica en París.
"Aquí plasmé lo mejor de mi vida, mi pasión, mi amor", dijo Guga, en francés. "Es muy lindo estar aquí con mi familia, mi entrenador. Pero más importante fue el cariño que ustedes me dieron".
Tenía 20 años cuando, en 1997, sorprendió al mundo del tenis con la primera de sus tres conquistas en París. Lo hizo cuando estaba en el puesto 66 del ranking y sin haber ganado un solo título previo.
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